El tiro rápido/
Miércoles 16 de noviembre, 2005
Por nueva vez, el Secretario de Estado de Interior y Policìa retoma el tema de la necesidad de incrementar el patrullaje policial en las calles, a fin de tratar de controlar en la mayor medida posible el auge de la criminalidad y el narcotráfico. Para hacer un trabajo eficiente en este sentido, el licenciado Franklin Almeida Rancier estima que es preciso contar con una fuerza no inferior a diez mil agentes.
La cifra sin embargo, al igual que en ocasiones anteriores aunque quizàs con un poco menos de diferencia, entra en contradicción con la cantidad real que ahora mismo està realizando esa indispensable labor de patrullaje. Como referente, se menciona que en el dìa de ayer apenas tres mil ochenta y cinco uniformados estaban de patrulla, es decir tan solo un 30 pociento de la cantidad debida.
La denuncia del titular de Interior es recurrente de una situación en la que se estima èl debe ser tambièn un factor de solución, en orden a su nivel jerárquico que lo convierte en el superior inmediato de la jefatura policial. Pero al margen de esa consideración, es saludable que saque el tema a la luz pùblica a fin de crear un clima de presiòn ante un hecho tan preocupante como es que el cuerpo de orden pùblico disponga de un nùmero de efectivos muy inferior para lanzar a las calles.
Esta carencia de personal operativo, injustificada en un cuerpo en cuya nòmina figuran màs de 26 mil agentes gran parte de los cuales estàn realizando labores ajenas a sus verdaderas funciones, es precisamente lo que sustenta la preocupación que hemos externado en otras ocasiones sobre la aplicación extensiva del llamado Plan de Seguridad Democrática.
Ahora mismo, el Plan después de haberse puesto en ejecución probatoria en la barriada de Capotillo, se va a extender a otros ocho sectores calientes de la capital. Entre èstos, por cierto, no figura Villas Agrícolas donde el fin de semana se produjo una acciòn casi terrorista. Esto asì, cuando un par de pandilleros provistos de una Uzi, abrieron fuego a mansalva, de forma indiscriminada, contra un numeroso grupo de vecinos que se aprestaba a disfrutar de un evento deportivo, hiriendo a unas siete personas, incluyendo menores, un minusvàlido y una joven embarazada.
Testimonios posteriores recogidos por el matutino Hoy entre los residentes del sector, confirman lo que antes ya habìa denunciado en Teledebate su diligente párroco, el sacerdote José Luis Hernández, sobre el accionar impune de las bandas de malhechores y narcotraficantes, contando en algunos casos con la complicidad de algunos de los propios agentes policiales de puesto en la zona. Tomamos este caso como simple referente de una situación que, por desgracia, se manifiesta en un gran nùmero de barriadas de la capital, Santiago y otras ciudades del interior.
No cuestionamos la efectividad del Plan de Seguridad Democrática. Por el contrario, reconocemos sus logros en Capotillo, donde casi a diario se registraban hechos de sangre debido a las pandillas de malhechores y a los vendedores de drogas. Desde que comenzò el patrullaje, la situación ha variado de manera significativa, y en base a esos resultados abrigamos la confianza màs que la simple esperanza, de que se repitan en los ocho barrios a los que se llevarà el Plan.
Pero insistimos: la delincuencia bien armada, bien agresiva y bien asociada casi siempre al narcotráfico, abarca muchos màs sectores de la capital, Santiago y otras ciudades cubriendo prácticamente toda la geografía nacional. Y a este paso y con tal limitación de efectivos y recursos, parece probable que a lo màs que se pueda llegar es controlar la situación en un nùmero especìfico de sectores, a crear bolsones de tranquilidad y normal convivencia en sitios determinados que pueda cubrir el paraguas del Plan. Pero no a alcanzar el clima generalizado de paz social y seguridad a que aspira el pleno ciudadano y que reclama el paìs. Lamentablemente.