Teledebate-Mario Rivadulla

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domingo, mayo 14, 2006

Teledebate-Mario Rivadulla

Tiro Rápido/
Estamos a ley apenas de cuatro dìas para el 16 de Mayo. Ese dìa se abrirán las urnas electorales en todo el paìs, desde bien temprano en la mañana, para elegir senadores, diputados, síndicos y regidores, culminando asì una campaña que hasta ahora, a Dios gracias, se ha caracterizado màs por su violencia verbal que física.

Frente a este evento, un grupo de conocidos ciudadanos pertenecientes a diferentes corrientes del pensamiento político està convocando a la ciudadanìa para que se abstenga de concurrir a sufragar. Estàn en su pleno derecho. De hecho, las encuestas que se han publicado, no las que pagan los políticos como traje a la medida, sino las realizadas con sentido profesional y criterio tècnico sin ningún tipo de atadura partidaria, acusan un elevado porcentaje de ciudadanos de hasta un 40 porciento que ese dìa se quedaràn en sus casas. Un nivel de abstención, sin embargo, que la propia Junta Central Electoral considera normal en los comicios de medio tiempo.

Pero si bien las razones que se esgrimen para no concurrir a los colegios electorales el dìa 16 son atendibles, consideramos que tambièn resultan al mismo tiempo cuestionables. Se plantea la abstención como una expresiòn de castigo a la corrupciòn y la podredumbre reinantes en la política. Pero el no votar no ofrece ninguna otra opciòn sustituta que contribuya a mejorar esa situación.

Cierto que el ejercicio político en nuestro paìs se ha degradado en una forma alarmante. Lo hemos estado denunciando dìa a dìa y alertando sobre las cada vez màs graves consecuencias que representa el progresivo deterioro de nuestra partidocracia, cuya credibilidad y confianza pùblicas estàn casi a ras de suelo. Ejemplos cercanos los tenemos sobrados. Pero esto confirma una vez màs que nadie escarmienta en cabeza ajena, a veces ni siquiera en la propia.

Pero consideramos que no se debe generalizar. Afirmar que todos los políticos son una manada de sinverguenzas y oportunistas que van a las posiciones a servirse y a no servir, es injusto. No resulta asì en todos los casos, al igual que ocurre en las demàs actividades y sectores de la vida nacional. No olvidemos que el descrédito de la clase política no es un fenómeno aislado sino reflejo del desplome de valores en todo el tejido social.

Pero tal como sucede en èste, tambièn en la clase política hay sus excepciones. Llamar a la ciudadanìa a votar por esas excepciones, los mejores o menos cuestionables como se prefiera, nos parece una mejor y màs contundente forma de castigo para los malos políticos. Lo contrario es dejarles el camino expedito para que puedan copar todos los mandos públicos. Franquearles la forma de actuar sin el menor freno ni contención.

No olvidemos que quienes se abstendrían serìan ciudadanos responsables y votantes de conciencia. Si èstos no concurren a las urnas, ¿no estarìamos contribuyendo al triunfo de los peores elementos que son precisamente los que cuentan con el apoyo de los votos mercuriales, el clientelismo político, el activismo interesado o sobornado?

En conclusión reiteramos: ¿què otra opciòn ofrece la abstención que represente alguna mejorìa para el paìs a cambio de no votar?

Como decìa el desaparecido y brillante maestro de periodistas don Rafael Herrera, el tema obliga a la reflexión.